Semana
Musical Llao Llao
Una historia, el arte, la música
El
relato musicalizado de una historia puede conllevar una moraleja que perdure y
traspase fronteras. La Historia del Soldado de Igor Stravinsky (1882-1971) fue
recreada en el Llao Llao Hotel & Resort por Pablo
Saraví (violín), Daniel Crespo (trompeta), Mariano Rey (clarinete), Pablo
Fenoglio (trombón), Gabriel La Rocca (fagot), Oscar Carnero (contrabajo), Juan
Ignacio Ferreiros (percusión), José Luis Juri (piano) y Gabriel Centeno
(relato) bajo la dirección de Andrés Tolcachir.
La velada comenzó con la interpretación
de Rapsodia para clarinete y piano y Sonata para violín y piano de Claude
Debussy (1862-1918).
Durante
la presentación, el especialista Marcelo Arce mencionó a Debussy como el
creador impresionista que logró llevar la música a la altura estética de otras
artes.
Con el siglo XX, dijo, avanza una
maravillosa posibilidad que Debussy aprovecha. Luego de haber llegado a la
cumbre, “podría haberse quedado dormido en laureles pero creó El mar, su obra
máxima, en 1905”.
A los 17 años recibió una nota “del
Comité Superior del Conservatorio de París recomendándole no dedicarse a la
música y buscar alguna otra actividad para ganarse el sustento. En 1909 el
mismo conservatorio lo designa miembro de honor del comité. “Aceptó pensando
que era una oportunidad para imponer ideas nuevas”. Como condición debía
presentar una obra, pieza que integraría los exámenes de los alumnos. Así “crea
la Rapsodia para clarinete y piano que escucharemos en primer término que
contiene todos los matices habidos y por haber, es muy difícil, requiere
sutileza. Es una obra perfumada, plagada de matices”, aportó.
Tras tamaña descripción, fueron luego
el clarinetista Mariano Rey y el pianista José Luis Juri los encargados de
aceptar el desafío, que fue exitosamente superado.
Luego llegaría la interpretación de la
Sonata para violín y piano. Los datos aportados por Arce generaron expectativa
ya que señaló que al iniciar el proceso creativo Debussy sabía que estaba
enfermo. Escribe entonces que “esta obra es una máscara de alegría artificial”
pero pretendía que el mundo la viera “como una máscara sonriente”.
El violín ejecutado por Pablo Saraví y
el piano, por Juri fueron mensajeros de aquel legado.
Amante de España, del espíritu
ibérico, de la sonrisa eterna, de la alegría constante de su hija –que falleció
pocos meses después que él, a los 14 años-, según refiriera Arce sobre Debussy,
a pesar de las dolencias “no dejaba de sonreir”.
Habiendo retomado sus ubicaciones los
asistentes tras breve intervalo, llegó la obra de Igor Stravinsky, “el
Beethoven del siglo XX. Sus nueve ballets equivalen a las nueve sinfonías”,
comparó Arce.
El compositor ruso “alcanza su punto
culminante con Consagración de la primavera”. De familia aristocrática, teme
seguir el camino impuesto por aires revolucionarios. El panorama es sombrío, su hermano había
muerto en el frente búlgaro. “Igor tiene cuatro hijos y ve que la revolución
empieza a confiscar bienes, la compañía de ballet había dejado de funcionar y
no recibía encargos, su casa había desaparecido por efecto de un incendio”.
Decide entonces escapar a Suiza.
En Italia un amigo le presentó a Pablo
Picasso, “su equivalente en pintura. Picasso adoraba a Stravinsky. Le obsequió
un dibujo: un hombre arrojado sobre un piano, del cuerpo salen como
circunvalaciones y laberintos”. Ambos retomaron sus viajes, con distintos
destinos. “La policía revisa las pertenencias (del músico), ve el papel y lo
confunde con un plan estratégico de ataque. Permaneció cuatro días preso”,
comentó Arce.
Fueron los cuentos rusos antiguos con
sentencias al final, la economía de guerra y la proposición de encarar la
creación de una compañía de teatro que llevara una historia de pueblo en pueblo
la que lo decidió a escribir La historia del soldado cuya composición concluyó
en octubre de 1918. Al mes siguiente fue estrenada con gran éxito. Aristócratas
rusos refugiados en Suiza le propusieron contribuir con una gira por el país
pero “uno a uno fueron contrayendo la gripe española”.
Refiriéndose específicamente a la
conformación de la obra, Arce detalló que la integran nueve partes que el
propio autor describió como una “sucesión de escenas para ser leídas, actuadas
o danzadas”. Originalmente tres actores interpretan al diablo, la princesa y el
soldado ubicados a la izquierda; el narrador, y a la derecha, los siete músicos
sobre una tarima con forma de tambor.
“Es una suerte poder verla. El texto
fue traducido a distintos idiomas, Rafael Alberti lo hizo al castellano. La que
escucharemos hoy es de Víctor Torres y el narrador interpreta los tres
personajes”.
El núcleo musical está basado en La
marcha del soldado originada en una melodía que Stravinsky escuchó de un
gitano. “Es una obra bellísima desde todo punto de vista. Stravinsky decía que
debía cuidar la moraleja. Felices ustedes por poder apreciar esta maravilla”,
concluyó.
“Señoras y señores, aquí comienza la
historia del soldado”, son las primeras palabras del relator que va narrando
situaciones y diálogos. La música crea ambientes. Es la historia de José, un
soldado que de regreso a su casa encuentra al diablo que le ofrece cambiar su
pequeño violín por un libro que posee el poder de trocar lectura por dinero.
Aunque José no sepa leer.
“Entre el campo y la ciudad, un
soldado a casa va…” pero habiendo aceptado alojarse tres días con su ocasional
compañero de viaje, al llegar a su pueblo descubre que pasaron tres años.
“Cosas vacías, sólo una cáscara. Muerto entre los vivos”, son algunas de las
expresiones del protagonista.
A pesar de poseer el dinero que le
proporciona el libro, no halla la felicidad. Enterado de que la princesa está
enferma, decide ir a salvarla e intentar encontrar el amor.
Recuperado el violín, gana la batalla
mantenida con el diablo por el amor de la princesa.
“No hay que agregar a lo que se ha
tenido.
“No se es al mismo tiempo quien se es
y quien se ha sido.
“Saber elegir, no se puede tener todo,
está prohibido.
“Una alegría es toda la alegría, dos
es como si no hubiese existido”.
Un día ella dice: no sé nada de vos,
contame de vos. Y retorna el recuerdo del pueblo y la madre. Decide el retorno
al hogar junto a la princesa. “Él cruza la frontera, la princesa se queda”. El
diablo con el violín en su poder. El soldado agacha cabeza y comienza a seguir
al diablo sin resistirse.
Los tambores anuncian el final. Cual
acelerados latidos del corazón, dan paso al silencio.
Hoy,
Recital de Violín y Piano
Las
intérpretes italianas Francesca Dego y Francesca Leonardi ofrecerán hoy jueves,
a partir de las 20, Sonata para violín y
piano en La mayor Nro. 2, Op. 12 y Sonata
para violín y piano en Sol Mayor Nro. 3, Op.30 de Ludwig
van Beethoven (1770-1827), Sonata para violín y piano, Op. 119 de Francis Poulenc (1899-1963), Después
de un sueño de Gabriel Fauré (1845-1924) y Tzigane, Rapsodia de concierto para violín y piano de Maurice Ravel
(1875-1937).
Informes
Interesados en reservar sus localidades
para los conciertos pueden comunicarse telefónicamente llamando al (0294) 15 456 4093;
por mail, escribiendo a semanamusical.bariloche@gmail.com o
personalmente, en la oficina de Turacción -Avenida San Martín 485- o en la
mesa de informes dispuesta en el Llao Llao Hotel & Resort.