10.15.2013

S. C. de Bariloche

Ciclo de Conciertos Gratuitos Siete Lagos

Talento juvenil a medio día

En el marco del Ciclo de Conciertos Gratuitos Siete Lagos, tuvo lugar ayer en el Llao Llao Hotel & Resort el primero de los conciertos de medio día a cargo del violinista Manuel Quiroga, el clarinetista Roberto Gutiérrez y la pianista Victoria Gianera. Tres de los incluidos entre los Jóvenes Maravillosos, quienes “están trabajando, se esfuerzan y que tal vez sean nuestros representantes en el mundo”, como expresara el director general de Semana Musical Llao Llao Martín Nijensohn durante su presentación ante un colmado salón principal del establecimiento hotelero.

Al destacar el espacio que Semana Musical destina cada año a jóvenes valores, mencionó “el caso emblemático” del pianista Horacio Lavandera. Nacido en Buenos Aires en 1984, becado en la Academia Chigiana en Siena, continuó perfeccionándose en Madrid. En octubre de 2001 ganó el tercer Concurso Internacional de Piano Umberto Micheli de Milán, fue distinguido como mejor solista instrumental argentino en 2006 y 2008 por la Asociación Argentina de Críticos Musicales y recibió el diploma al mérito de la Fundación Konex.

Y al violonchellista José Araujo, quien el sábado participará del concierto que la Orquesta Sinfónica Juvenil Nacional José de San Martín dirigida por el maestro Mario Benzecry ofrecerá en el escenario montado especialmente en el Centro Cívico barilochense a partir de las 15.30. Araujo fue becado para estudiar en la Academia Yehudi Menuhim (Suiza) en 1999 y en 2006 egresó del Conservatorio Nacional Superior de París con el Primer Premio en Viloncello. Además fue escogido por Cristoph Eschenbach para integrar la Academia de la Orquesta de París.

Ambos, junto a muchos otros jóvenes, fueron invitados por Semana Musical Llao Llao a lo largo de veinte años. Manuel Quiroga (violín), Roberto Gutiérrez (clarinete) y Victoria Gianera (piano) tuvieron ayer domingo la misma oportunidad de lucimiento. Interpretaron Rapsodia para clarinete y piano del compositor francés Claude Debussy (1862-1918), Tres piezas de Porgy and Bess (transcripción de Heifetz) para violín y piano de  George Gershwin (1898-1937), Danzas búlgaras para piano solo de  Béla Bartók (1881-1945) y Trío con clarinete, violín y piano de Darius Milhaud (1892-1974).

Antes de la presentación del concierto, a cargo del barilochense Adrián Porcel de Peralta, Nijensohn destacó la creciente participación y asistencia de público local a los conciertos de medio día.

Al hacer referencia al programa a interpretar por los músicos, Porcel de Peralta calificó las obras como “preciosas miniaturas” producto de la creatividad de cuatro autores grandiosos de la música mundial. Vivieron “un momento bisagra en el planeta, un movimiento revulsivo, pleno de cambios,  lleno de glamur y horror, el siglo XX”. Más allá del análisis pormenorizado de la partitura, la música “comunica desde lo emocional, con evocaciones, recuerdos”. No recurre a la palabra, no tiene significado ni significante. Tiene “un sentido particular para cada uno de nosotros”, expresó.
La música no es inocente, moviliza “desde el presente al pasado. Estos cuatro autores movilizaron una infinidad de apreciaciones que hasta entonces estaban sometidas a estructuras, el relato es del romanticismo. Cuando escuchamos un relato dramático, vemos la historia de una época”, puntualizó.

Al aludir a la obra de Bela Bartok expresó que “en su música hay casi un juego, habla por sí misma. Él escribe tres compendios del microcosmos: para principiantes, intermedios, y profesionales y destacados. Danzas Búlgaras pertenece al tercer nivel”. Minutos después, la pianista Victoria Gianera logró transmitir –mediante el lenguaje al que hizo referencia Porcel de Peralta- el sentimiento impuesto por el compositor a su obra, incluidos los silencios. Hasta el demorado aplauso pareció acordar con el mensaje.

El violinista Manuel Quiroga también tuvo oportunidad de lucirse con la composición de Gershwin que evoca a la escuela folk y la música negra, al decir del presentador. Las tres piezas de Porgy and Bess para violín y piano podrían representar una dificultad extra para el intérprete por haber sido popularmente difundidas. Sin embargo los sostenidos aplausos y los ¡bravo! disiparon cualquier duda.

Claude Debussy estuvo presente con su Rapsodia para clarinete y piano contagiando su espíritu innovador y fundador de parámetros musicales a través de ambos intérpretes. Oportunidad propicia para que Roberto Gutiérrez manifestara el dominio de su instrumento.

La interpretación de la obra de Darius Milhaud marcaba el final del concierto pero como retribución a los sostenidos aplausos los músicos decidieron deleitar con Danzón, de Paquito D´Rivera.



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