Ciclo
de Conciertos Gratuitos Siete Lagos
Talento juvenil a medio día
En
el marco del Ciclo de Conciertos Gratuitos Siete Lagos, tuvo lugar ayer en el
Llao Llao Hotel & Resort el primero de los conciertos de medio día a cargo
del violinista Manuel Quiroga, el clarinetista Roberto Gutiérrez y la pianista
Victoria Gianera. Tres de los incluidos entre los Jóvenes Maravillosos, quienes
“están trabajando, se esfuerzan y que tal vez sean nuestros representantes en
el mundo”, como expresara el director general de Semana Musical Llao Llao
Martín Nijensohn durante su presentación ante un colmado salón principal del
establecimiento hotelero.
Al
destacar el espacio que Semana Musical destina cada año a jóvenes valores,
mencionó “el caso emblemático” del pianista Horacio Lavandera. Nacido en Buenos
Aires en 1984, becado en la Academia Chigiana en Siena, continuó
perfeccionándose en Madrid. En octubre de 2001 ganó el tercer Concurso
Internacional de Piano Umberto Micheli de Milán, fue distinguido como mejor
solista instrumental argentino en 2006 y 2008 por la Asociación Argentina de
Críticos Musicales y recibió el diploma al mérito de la Fundación Konex.
Y
al violonchellista José Araujo, quien el sábado participará del concierto que
la Orquesta Sinfónica Juvenil Nacional José de San Martín dirigida por el
maestro Mario Benzecry ofrecerá en el escenario montado especialmente en el
Centro Cívico barilochense a partir de las 15.30. Araujo fue becado para
estudiar en la Academia Yehudi Menuhim (Suiza) en 1999 y en 2006 egresó del
Conservatorio Nacional Superior de París con el Primer Premio en Viloncello.
Además fue escogido por Cristoph Eschenbach para integrar la Academia de la
Orquesta de París.
Ambos,
junto a muchos otros jóvenes, fueron invitados por Semana Musical Llao Llao a
lo largo de veinte años. Manuel
Quiroga (violín), Roberto Gutiérrez (clarinete) y Victoria Gianera
(piano) tuvieron ayer domingo la misma oportunidad de lucimiento. Interpretaron
Rapsodia para clarinete y piano
del compositor francés Claude Debussy (1862-1918), Tres piezas de Porgy and Bess (transcripción de Heifetz) para violín y
piano de George Gershwin
(1898-1937), Danzas búlgaras para piano
solo de Béla Bartók (1881-1945) y Trío con clarinete, violín y piano de
Darius Milhaud (1892-1974).
Antes
de la presentación del concierto, a cargo del barilochense Adrián Porcel de
Peralta, Nijensohn destacó la creciente participación y asistencia de público
local a los conciertos de medio día.
Al
hacer referencia al programa a interpretar por los músicos, Porcel de Peralta
calificó las obras como “preciosas miniaturas” producto de la creatividad de
cuatro autores grandiosos de la música mundial. Vivieron “un momento bisagra en
el planeta, un movimiento revulsivo, pleno de cambios, lleno de glamur y horror, el siglo XX”. Más
allá del análisis pormenorizado de la partitura, la música “comunica desde lo
emocional, con evocaciones, recuerdos”. No recurre a la palabra, no tiene
significado ni significante. Tiene “un sentido particular para cada uno de
nosotros”, expresó.
La
música no es inocente, moviliza “desde el presente al pasado. Estos cuatro
autores movilizaron una infinidad de apreciaciones que hasta entonces estaban
sometidas a estructuras, el relato es del romanticismo. Cuando escuchamos un
relato dramático, vemos la historia de una época”, puntualizó.
Al
aludir a la obra de Bela Bartok expresó que “en su música hay casi un juego,
habla por sí misma. Él escribe tres compendios del microcosmos: para
principiantes, intermedios, y profesionales y destacados. Danzas Búlgaras
pertenece al tercer nivel”. Minutos después, la pianista Victoria Gianera logró
transmitir –mediante el lenguaje al que hizo referencia Porcel de Peralta- el
sentimiento impuesto por el compositor a su obra, incluidos los silencios.
Hasta el demorado aplauso pareció acordar con el mensaje.
El
violinista Manuel Quiroga también tuvo oportunidad de lucirse con la
composición de Gershwin que evoca a la escuela folk y la música negra, al decir
del presentador. Las tres piezas de Porgy and Bess para violín y piano podrían
representar una dificultad extra para el intérprete por haber sido popularmente
difundidas. Sin embargo los sostenidos aplausos y los ¡bravo! disiparon cualquier
duda.
Claude
Debussy estuvo presente con su Rapsodia para clarinete y piano contagiando su
espíritu innovador y fundador de parámetros musicales a través de ambos
intérpretes. Oportunidad propicia para que Roberto Gutiérrez manifestara el
dominio de su instrumento.
La
interpretación de la obra de Darius Milhaud marcaba el final del concierto pero
como retribución a los sostenidos aplausos los músicos decidieron deleitar con
Danzón, de Paquito D´Rivera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario